11/7/12

Veronica Lake, la mujer de la mirada escondida

El Hollywood clásico es un no parar de historias dramáticas y fuertes personalidades tanto en sus ficciones como en las vidas de quienes lo forjaron. Una ligera panorámica a aquellos años nos muestra una larga lista de muñecos rotos, grandes estrellas olvidadas, suicidios y tragedias varias. En realidad, la Historia es ingrata y ha respetado a pocos, la mayoria cayeron en el más cruel olvido.

Para entender la historia de Veronica Lake hay que empezar por apuntar que fue uno de los mayores iconos de los 40, haciendo pareja artística con Alan Ladd (con quien rodaría cuatro films). En aquellos días de guerra dos marines descubrieron una isla volcánica al sur del Pacífico y la bautizaron con el nombre de Isla Veronica en su honor.

Su peculiar peinado (llamado peek-a-boo-bang) fue tan masivamente imitado por las jóvenes que el Departamento de Guerra de los EE.UU exigió a la Paramount que prohibiera el peinado a la actriz ya que, al taparles la mitad del rostro, las trabajadoras de talleres y fábricas de armamento sufrían accidentes y errores en su trabajo. La revista Life la declaró la artista de mayor éxito taquillero. Cobraba 4,500 dólares por semana y en un referéndum del Ejército norteamericano fue declarada la estrella femenina más popular. Como ella misma declararía: "En aquel tiempo nadie podía llegar más alto...".

Veronica era la viva imagen del cine negro de los años 40, delgada, con larga melena, voz grave y un cierto aire de misterio. De entre su legado destacan: Los viajes de Sullivan, El cuervo, La llave de cristal o La dalia azul. Era una de esas mujeres que aparecen a los quince minutos de metraje fumando y bebiendo en un club de jazz, lejos de ser la esposa ideal americana pero sin ser mala del todo.

Su auténtico nombre era Constance Frances Marie Ockelman, nacida en Brooklyn, Nueva York el 14 de noviembre de 1922. En 1940 se casó con el director artistico John S. Detlie con quien tuvo una hija y un aborto y se divorciaría tres años después. En 1944 se casó con el director André de Toth con quien tuvo otros dos hijos. Y en 1955 se casaría de nuevo con un músico llamado Joseph A. McCarthy. En los años 60 volvió a divorciarse y comenzó a vivir en hoteles baratos de Nueva York. Fue arrestada varias veces por embriaguez y escándalo pùblico

Pero a mediados de la década la decadencia llamó a su puerta irremediablemente. Su alcoholismo, el desinterés del público tras prohibírsele su original peinado, su expulsión de la Paramount, la demanda que su propia madre le puso por motivos económicos, su segundo divorcio...

Un periodista la encontró trabajando como camarera en el Martha Washington Hotel de Manhattan. Ella protestó que en realidad era una clienta, pero poco después confesó la verdad. Esa publicidad le proporcionó un triste regreso a los escenarios. En 1966, trabajó para la televisión como presentadora, en la ciudad de Baltimore; también apareció en un filme de pésima calidad: Footsteps in the Snow
Su salud física y mental declinó rápidamente, y a finales de los 60 se la encuentra en Hollywood, Florida, recluida por paranoia (al parecer afirmaba estar siendo investigada por el FBI).

Se rehizo, sin embargo, momentáneamente, y logró publicar una autobiografía: Veronica, recibiendo mucha publicidad y críticas positivas. Con sus ganancias, Lake coprodujo y protagonizó una película, la última: Flesh Feast (1970), cinta de terror de bajo presupuesto. En ese momento se trasladó al Reino Unido, donde contrajo matrimonio con un capitán de barco inglés llamado Robert Carleton-Munro que murió prematuramente. Él nunca sospechó que aquella camarera había sido tiempo atrás ni más ni menos que Veronica Lake. En 1973, regresó a Estados Unidos, donde tuvo que ser de inmediato hospitalizada. Enemistada con su familia e hijos, no recibía visita alguna. Ese mismo año de 1973, cerca de Burlington, Vermont, Lake murió a la edad de 50 años, con un diagnóstico de hepatitis e insuficiencia renal derivadas de su alcoholismo. Sus cenizas fueron esparcidas en las Islas Vírgenes.

Veronica Lake fue probablemente la mayor muñeca rota de Hollywood. La más rutilante estrella convertida en mera anécdota cinéfila. En su autobiografía afirmó: "Nunca deseé ser una estrella, nunca me lo tomé en serio. No podía vivir, no podía soportarlo, odiaba ser algo que, en realidad, no era. De haberme quedado en Hollywood habría terminado como Alan Ladd y Gail Russell: muerta y enterrada. Aquella ciudad de ratas los mató y sé que también me habría matado a mí".

9/7/12

Louise Brooks, la enigmática Lulú



Ella juega con los hombres...

Lo sabe


Ella es la primera mujer que baila charleston...

Lo sabe


Ella es llamada "la orquidea negra"...

Lo sabe


Ella vive adelantada a su época...

Lo sabe


Ella hace lo que quiere, cuando quiere y con quien quiere...

Lo sabe


Ella es única...

Lo sabe


"Siempre había considerado la belleza una maldición
porque se me consideraba una puta antes que actriz"

                                                                           -  Louise Brooks -

4/7/12

Suspiria, de Dario Argento

Puedo afirmar y afirmo que Suspiria, de Dario Argento, es una de mis películas favoritas. Sólo un genio como Dario Argento pudo crear este cuento de hadas macabro lleno de simbología conceptual, horror descarnado y belleza cromática. Única en su género, tanto en la forma como en el fondo, Suspiria revolucionó el terror y el Fantastique mundial gracias a su fuerza visual y a su sencillez conceptual, convirtiéndose en una obra de referencia dentro del género y siendo la prueba viviente de que, tanto antes como ahora, hay muchos caminos del terror que aún no han sido explorados y que esperan la visión de un gran autor para ser descubiertos.


Pero pongámonos en situación. En 1975 Dario Argento realizó un clásico del terror titulado Rojo Oscuro, un giallo perfecto que tuvo un éxito de crítica y público impresionante. Por ello, cuando Dario se puso a pensar en su próximo trabajo, no quería que la gente se pusiera a comparar ambas películas y por ello ideo una trama completamente diferente. Sabía que su siguiente proyecto tenía que ser algo nuevo, provocativo, absolutamente sorprendente e inesperado. Por ello, eligió el tema de la brujería, basándose en la vida de María Blavatsky, inventora de la teosofía, y de Gurdjieff, otro teósofo. A partir de aquí, Argento creó toda la mitología de las tres madres, compuesta por la madre de los suspiros, que es la más vieja de las tres y vive en Friburgo; La madre de las lágrimas, que vive en Roma y es la más hermosa; y la madre de las tinieblas, que es la más endiablada y vive en Nueva York. Juntas gobiernan el mundo desde tres casas. Pues bien, Suspiria es la historia de la primera madre, Mater Suspiriorum, y su escuela de danza .


Lo que hace única a una película como Suspiria es, sin lugar a dudas, el innovador y revolucionario tratamiento fotográfico de la imagen, una mezcla aparentemente caótica de colores fríos y colores cálidos inteligentemente desplegados a lo largo del film para arrancar sensaciones contradictorias, oníricas e intensas en el espectador. Argento quería para su película un color muy denso, parecido al technicolor de las películas de dibujos animados de la Disney de los años 30, y lo consiguió gracias a la colaboración de Luciano Tovoli, un maestro de la paleta que a golpe de colorines consiguió crear una atmósfera de irrealidad absoluta. El espectador no sólo ve los colores, sino que también se sumerge en ellos en una orgía de tonos y sensaciones malsanas y angustiosas, fruto del poder omnipresente de la madre de los suspiros.

En cuanto a la trama, Argento quería que los personajes de la película fueran niñas de doce años, pero la productora se negó, ya que en el guión las estudiantes sufrían todo tipo de torturas a manos de sus superiores y el escándalo subsiguiente sin duda dañaría el prestigio de la película. Para superar este problema, Argento hizo que sus personajes actuasen de manera infantil, sobre todo su protagonista, Jessica Harper. Además, Argento modificó los decorados para que los pomos y los quicios de las puertas estuvieran más alto de lo normal, para dar la sensación de que las protagonistas eran más pequeñas y creando así una sensación de irrealidad absoluta.


Poderosamente irreal también es el acentuado contraste entre los decorados interiores (claustrofóbicos, tortuosos y laberínticos) y las localizaciones exteriores (diáfanas, luminosas y deslumbrantes). Entre los primeros destaca el gran trabajo de Giuseppe Bassan, que a partir de ejemplos del art nouveau crea una serie de habitaciones inquietantes y llenas de misticismo. En cuanto a las localizaciones exteriores, destaca la belleza de la Plaza de los Tres Templos en Munich, donde el pianista ciego es asesinado con total impunidad.

Es cierto, que como la mayor parte de la filmografía de Argento, la película cuenta con escenas violentas y de alto contenido hemoglobínico. Pero en este caso sabe dosificar su frenesí degollador y a lo largo del film las escenas sangrientas están inteligentemente repartidas para que causen un mayor impacto en el espectador.


Otro elemento fundamental de la película es su espeluznante banda sonora, creada por Dario Argento en colaboración con el grupo Goblin. Aquí el tema central del film, una mezcla tenebrosa de acordes con connotaciones siniestramente infantiles.


Comentar para finalizar que se ha confirmado un remake de Suspiria que se comenzará a rodar al finales de año. El director elegido es David Gordon Green, y entre las posibles actrices protagonistas, se citan nombres como el de Natalie Portman, casi ná.

Y poco más puedo añadir de esta obra maestra. Suspiria es terror hecho cine, ni más ni menos.