Debo reconocer que mi nivel de conocimiento de los hechos acaecidos durante todo el siglo XX en Berlín, y Alemania en general, distaba mucho de ser, al menos, básicos. De modo que durante casi seis meses profundicé en todos los aspectos históricos, leí diversos libros, vi documentales... y por supuesto me empapé de la que fue, es y será la figura más importante del cine alemán de toda su historia: Marlene Dietrich.
Ver toda su filmografía, al menos la sonora, y leer 5 o 6 libros sobre su vida y su obra, nos brindó una imagen más o menos objetiva de la figura del mito. Pero... ¿hasta qué punto su figura es tan reconocida dentro de sus fronteras? No debemos olvidar el amor - odio que Miss Dietrich despertó en su país durante gran parte de su vida. Allá vamos.
Marlene Dietrich vivió en Berlín hasta principio de los años 30, emigrando a Estados Unidos justo la noche del estreno de El Ángel Azul en su país. Posteriormente viajó en diversas ocasiones a su ciudad natal, pero no sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando su figura fue reconocida y aclamada, dando conciertos y seminarios sobre su "aventura hollywoodiense"
A lo largo de su carrera como cantante, dedico multitud de canciones a su amada Berlín, como Das ist Berlin; canción todavía presente en la memoria colectiva de los berlineses.
Nacida en Schöneberg en 1901, sus restos desde 1992 no reposan muy lejos, en el cementerio de Friedhof Schöneberg, justo al lado del fotógrafo Helmut Newton. La lápida, sencilla donde la haya, dice simplemente "Marlene", junto a la inscripción: "Aquí estoy, en el último escalón de mi vida".
El cementerio es uno de los menos transitados de la ciudad, apenas concurrido. Nadie visitaba su lápida.
Actualmente, el Berlín que la vio triunfar se difuminó con la guerra, salvo excepciones como los almacenes KaDeWe donde trabajó como dependienta o los estudios de cine Babelsberg.
KaWeDe es el centro comercial más importante del país, fundado en 1907 por el comerciante judío Adolf Jandorf. Hoy es el tercer lugar de interés más visitado de Berlín, después del Parlamento y la Puerta de Brandemburgo.
Por otra parte, los estudios de cine Babelsberg se encuentran en pleno renacimiento tras varios años de sequía artística. Esta fábrica de sueños que un día fue sede de la Academia de Cine del Tercer Reich por expreso deseo del ministro nazi de Propaganda, Josef Goebbels, ha dado forma a más de 3.000 filmes y se ha convertido en un factor económico clave en la poco pujante región Berlín-Brandeburgo.
Otro de los lugares de visita obligatoria siguiendo los pasos de Miss Dietrich es El Dorado. En Berlín a principios de la década de los 20 florecieron clubs, locales e incluso burdeles abiertamiente gays. El Dorado fue uno de ellos, aunque en realidad deberíamos decir que fueron cinco los locales con éste nombre. El más conocido se encuentra en el Motz 15, y fue uno de los primero locales que frecuentó Miss Dietrich durante su periodo berlinés. Siempre se rumoreó que fue una de los dueños del bar. En 1930 los nazis cerraron el local. Un cartel "cerrado por reformas", fue el final de su época dorada, aunque en la actualidad puede visitarse y tomarse un buen cóctel rememorando lo que en su día fue.
Una vez llegado a este punto del viaje, es el turno de los homenajes que la ciudad de Berlín brinda en la actualidad a la figura de Miss Dietrich. Cabe destacar sobre todo en PostdamerPlatz: el Filmmuseum, la plaza Marlene-Dietrich-Platz y el Paseo de las Estrellas.
El Filmmuseum es uno de los Museos del Cine y la Televisión más importante del mundo, contando con una extensa colección que abarca la historia del cine y la televisión alemana hasta nuestra época. La visita comienza con un tono dramático, introduciéndonos por un pasaje de espejos que recuerda imágenes de El gabinete del doctor Caligari. El recorrido abarca desde los pioneros del cine a las primeras divas, de clásicos de cine mudo como Metrópolis de Fritz Lang, al revolucionario documental de la época nazi Olimpiada, hasta los exiliados alemanes en Hollywood y las producciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
El Museo cuenta además con una amplia colección de vestidos, efectos personales, fotografías y documentos de Miss Dietrich, por lo que es de obligada visitar para todo cinéfago que se precie. Cabe destacar el hecho de estar prohibido hacer fotos en el interior de las salas; algo totalmente comprensible si luego se pudiera adquirir el catálogo del Museo o algún facsímil similar, pero nada de nada. La tienda del Museo es decepcionante, apenas unas postales, imanes y algún libro en alemán.
Nuestro siguiente destino es la plaza Marlene-Dietrich-Platz, a apenas 100 metros del Museo anterior.
Y por último reseñar el recién inaugurado Walk of Fame a la alemana, aunque durante el verano del año pasado no estaba inaugurado. Abarca el tramo central de Postdamer Strasse, y aunque en un comienzo solo hay 40 estrellas, se espera ir añadiendo 10 más cada verano.
Lo dicho, poco queda ya de la ciudad que vio nacer a Marlene, la ciudad que la encumbró como una de las grandes mujeres del siglo pasado, la ciudad que escribió la historia de su vida.... simplemente Berlín, simplemente Marlene.